El Ministro se comprometió a llevar a cabo las gestiones necesarias para transmitir nuestro mensaje a las autoridades gubernamentales correspondientes con capacidad de decisión respecto del Camino del Inca e informarnos sobre su progreso.
El texto completo de la carta presentada puede descargarse del siguiente link:
Carta a la Embajadora del Perú en Argentina
En esta explicamos la forma en que fuimos gravemente afectados entre el 23 y el 29 de Enero de 2010 por cada uno de los siguientes hechos:
La médica interviniente en el momento del desprendimiento era una turista que, al igual que nosotros, se encontraba transitando el Camino. Su accionar resultó absolutamente indispensable al momento de tratar a los heridos e intentar salvar la vida de Lucía Ramallo Sarlo.
Luego del siniestro, la falta de una camilla y de personal debidamente capacitado para intervenir impidió nuestra partida inmediata de Wiñay Wayna ya que uno de los heridos de mayor gravedad, Romina Lis Campo, no podía ser trasladada sino en camilla. De haber sido urgente su traslado, la demora que tuvo que soportar habría sido probablemente fatal.
2. Las agencias de turismo que operan el Camino del Inca no están lo suficientemente preparadas para dar la cobertura que exige la explotación turística del mismo.
Los guías presentes el día del accidente no estaban capacitados para utilizar el equipo de oxígeno ni para proporcionar primeros auxilios. Además de esto verificamos que no estaban preparados en general para lidiar con situaciones de emergencia ni interactuar correctamente con sus pasajeros.
3. El punto de acampe de Wiñay Wayna es una zona de alto riesgo que no está en condiciones de ser habilitado como tal.
La forma en que están dispuestas las distintas parcelas de acampe obligan a la colocación de carpas al borde de una empinada ladera de montaña. Los hechos acaecidos han dejado al descubierto el alto riesgo que presenta el establecimiento de campamentos en esta zona bajo factores climáticos desfavorables.
Dicho punto de acampe no debería estar habilitado para ser utilizado como tal o, en caso de ser imprescindible, deberían llevarse a cabo las obras de infraestructura necesarias en las laderas circundantes para evitar o contener su posible derrumbe.
4. No existe un procedimiento o código de conductas en caso de emergencia o, en caso de haberlo, no fue debidamente aplicado.
La noche del desprendimiento, cuando fue necesario que todos los grupos de pasajeros fueran trasladados al comedor del lugar para su seguridad, se solicitó al encargado del establecimiento que habilitara una pequeña sección cerrada dentro del salón principal para que Romina pudiera estar mínimamente resguardada de la multitud de gente que se agolpaba para entrar en el lugar. Aún habiéndosele explicado la gravedad de la situación y la naturaleza del siniestro, dicho encargado se negó terminantemente a lo solicitado aduciendo que estaba durmiendo y no deseaba ser molestado.
Por si fuera poco, habiendo quedado en evidencia el riesgo de la situación y la consecuente necesidad de refugiar a todos los pasajeros dentro de la única infraestructura segura que había en el lugar, algunos grupos de turistas no fueron informados del suceso y se les permitió que continuaran durmiendo en sus carpas hasta las 5 de la mañana. Dicho acto demuestra la imprudencia, desidia, improvisación y descuido de los organizadores turísticos.
5. En la casi totalidad de los cuatro días que permanecimos en el Santuario, ninguna autoridad gubernamental se hizo responsable de nuestra situación. Tampoco fuimos fehacientemente informados por autoridad competente alguna respecto al procedimiento de evacuación.
Durante nuestra permanencia en el Sanctuary Logde Hotel no recibimos instrucciones ni tan siquiera algún tipo de información proveniente de autoridades oficiales hasta el último día, cuando el Coronel a cargo del procedimiento de evacuación subió al Santuario para interiorizarse sobre nuestra situación e indicarnos que debíamos bajar a Aguas Calientes. La cada día renovada decisión de quedarnos en el Santuario fue tomada por el grupo de turistas en base a informaciones dudosas, divergentes y muchas veces contradictorias provenientes de pasajeros, guías y otras personas que iban o venían de Aguas Calientes.
6. El personal del Camino del Inca no informó con diligencia las condiciones y el estado del camino, así como tampoco de la evolución de la situación climática.
En el primer control, al momento de acceder al Camino (23/01), no se nos informó de las anormales condiciones climáticas que imperaban y que podían tornar riesgoso el tránsito, a pesar de que ya se podía observar un río anormalmente crecido que sorprendió incluso a los mismos guías.
El segundo día (24/01), los derrumbes acaecidos en la zona y en otras partes del país junto con el desborde de los ríos y la suspensión de las vías férreas, tornaron evidente que no existía un retorno viable desde el Santuario.
Recién en el tercer día (25/01) de nuestra entrada, cuando ya era oficial la declaración de la región como zona de desastre, el personal de un puesto de control habría hablado de la situación con los guías. De haber informado a los guías inmediatamente y con anterioridad a nuestra partida del campamento el 25 de Enero, podría y debería haberse suspendido la excursión mientras era viable retornar al punto de partida. Finalmente, la información recién llegó a nosotros, y al resto de los pasajeros, a última hora de la noche del tercer día.